Hoy es el décimo aniversario de la muerte de mi madre. Es sumamente difícil olvidar todo lo que pasé a partir de una simple llamada recibida en una tarde fría de Enero.
Al precipitarse los acontecimientos solo tuve tiempo de hablar con ella por teléfono por apenas uno o dos minutos.
Algo que siempre me temía me sucedió de todas maneras. No quería comprar el pasaje de avión ni tampoco quería esperar más aunque me decían que ella estaba mejorando en su salud.
Presentía, con ese sexto sentido demasiado desarrollado que me ha acompañado toda mi vida, que si compraba mi ticket de avión ella iba a morir. No sé porqué....pero lo sabía.
De todas maneras tenía que volar a Santo Domingo lo más rápido posible y compré el boleto de avión esa tarde, casi de noche, sabiendo lo que podía suceder pero no tenía otra alternativa. Solo Dios sabe lo difícil que fue para mí todo lo sucedido. Terminé de preparar las maletas, hacer llamadas y cerca de las 2 de la madrugada me acosté a dormir.
Antes de amanecer ya ella había muerto....como yo lo presentí.
En el avión que me llevaba de la ciudad de Chicago a Miami encontré una revista promocional de las tantas que ponen en los aviones y estuve hojeandola al azar como queriendo matar el tiempo, correr las horas y acelerar mi vuelo. Allí encontré un artículo que llamó mi atención acerca del actor de cine español Antonio Banderas. A una pregunta de la periodista sobre qué le gustaría que la gente dijera de él cuando ya no estuviera él respondió con algo que me gustó y decidí tomar el recorte para poner la frase de Antonio en los recordatorios que se entregan luego del funeral y los rezos. Mi madre siempre fue católica.
Así decía:
"La única certeza que todos tenemos y compartimos es que algún día ya no estaremos aquí. En mi caso, cuando eso pase, me gustaría que me recordaran como un ser humano.Quisiera que dijeran que aporté un buen trato a todo el que estuvo cerca de mí. Que no hice daño ni le falté al respeto a nadie y que traté de que la gente se llevara bien.
Eso, ahora o después, es lo mejor que podría decirse de mí.
Así quisiera que me recordaran."
Al precipitarse los acontecimientos solo tuve tiempo de hablar con ella por teléfono por apenas uno o dos minutos.
Algo que siempre me temía me sucedió de todas maneras. No quería comprar el pasaje de avión ni tampoco quería esperar más aunque me decían que ella estaba mejorando en su salud.
Presentía, con ese sexto sentido demasiado desarrollado que me ha acompañado toda mi vida, que si compraba mi ticket de avión ella iba a morir. No sé porqué....pero lo sabía.
De todas maneras tenía que volar a Santo Domingo lo más rápido posible y compré el boleto de avión esa tarde, casi de noche, sabiendo lo que podía suceder pero no tenía otra alternativa. Solo Dios sabe lo difícil que fue para mí todo lo sucedido. Terminé de preparar las maletas, hacer llamadas y cerca de las 2 de la madrugada me acosté a dormir.
Antes de amanecer ya ella había muerto....como yo lo presentí.
En el avión que me llevaba de la ciudad de Chicago a Miami encontré una revista promocional de las tantas que ponen en los aviones y estuve hojeandola al azar como queriendo matar el tiempo, correr las horas y acelerar mi vuelo. Allí encontré un artículo que llamó mi atención acerca del actor de cine español Antonio Banderas. A una pregunta de la periodista sobre qué le gustaría que la gente dijera de él cuando ya no estuviera él respondió con algo que me gustó y decidí tomar el recorte para poner la frase de Antonio en los recordatorios que se entregan luego del funeral y los rezos. Mi madre siempre fue católica.
Así decía:
"La única certeza que todos tenemos y compartimos es que algún día ya no estaremos aquí. En mi caso, cuando eso pase, me gustaría que me recordaran como un ser humano.Quisiera que dijeran que aporté un buen trato a todo el que estuvo cerca de mí. Que no hice daño ni le falté al respeto a nadie y que traté de que la gente se llevara bien.
Eso, ahora o después, es lo mejor que podría decirse de mí.
Así quisiera que me recordaran."
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