Sunday, August 27, 2006

USA

Cada día que pasa trae cosas diferentes a nuestras vidas y a veces nos hace pensar acerca de lo que hemos vivido y lo que vamos a vivir si Dios lo permite. En ocasiones nos arrepentimos de hechos que pasaron, o de algo que debimos haber hecho y no hicimos. El americano dice "no regrets". Creo que a mi edad he vivido los suficientes años para haber hecho de todo un poco a pesar de que en ocasiones tengo mis regrets especialmente los últimos años. Y es así.
Antes de salir de mi país siempre deseé conocerlo completo y luego viajar al extrerior. Y lo logré. Debido a mi pasión aventurera logré conocer a través de la Asociación de Scouts Dominicanos gran parte del territorio dominicano. Luego un par de trabajos que tuve me obligaban a viajar por diferentes pueblos del Este, Cibao y la Capital. Despues vino mi último trabajo desarrollado en Dominicana, el de chofer turístico, en un momento muy difícil de mi vida donde alguien especial me tendió su mano para ayudarme. Gracias Gilberto. Esto me sumergió en los vericuetos de la industria turística de RD. Es para mí una experiencia bonita haber trabajado junto a mis compañeros y haber conocido tantas personas día a día, de todas las nacionalidades, clases y religiones. Era un trabajo idílico, bien pagado, que me permitía estar a las 2 de la mañana de un martes cualquiera en el casino del Hotel Jaragua, amanecer en la Playa de Bayahibe y al mediodía estar comiendo en Bávaro Beach para finalizar la noche en una discoteca cualquiera de las que abundan en Guayacanes o Juan dolio. Muchas veces el destino final era el casino Decameron. Como mi trabajo estaba ligado a una compañía italiana nuestros clientes eran en su mayoría italianos y tuve que aprender a parlotearlo un poco.
Así transcurría mi vida cuando decido tomar un descanso de los aires de mi país y junto con mi familia me traslado a los Estados Unidos con la finalidad de regresar en cuatro o cinco años. Craso error. El destino juega con las vidas de las personas y nunca sabremos dónde vamos a estar mañana hasta que no llegue ese día. Han pasado ya 16 largos años y el regreso al terruño querido cada día es mas difícil. Nuestro puerto de entrada fue New York, en plena guerra del Golfo Pérsico con la economía en el suelo y todo yendo de mal en peor.
Fue impresionante ver la gran ciudad, sus edificios, puentes, túneles, sus gentes y básicamente su desarrollo económico, social y político. Es impresionante la Gran Manzana desde todos los ángulos que uno la mire. Los trenes subterraneos, la velocidad que desarrollan, lo cerca que se pasan unos a otros a alta velocidad, la manera que está diseñado todo, las estaciones subterraneas que parecen ciudades enterradas debajo de la Tierra, las estaciones donde convergen varias rutas de trenes y tienen varios niveles debajo de la Tierra, enterrados en el corazón de la gran ciudad. Aquellos famosos taxis amarillos de las películas estaban allí, a mi alcance. Los museos, los teatros, Central Park, el Yankee Stadium, los Mets de Flushing con su tren 7. Las comunidades de inmigrantes, como Chinatown, la zona italiana cerca del Verrazano
Bridge, los latinos de los sures, los judíos caminando con sus vestimentas negras en los sures y los otros judíos que estaban divididos por una avenida del barrio negro de Brooklyn.
Aún cuando yo nací en La Romana, como dije anteriormente había viajado mucho en mi país, a pesar de nunca haber vivido en la capital de la República, conocía muchos sitios, gentes, costumbres, pero aquello era algo diferente. En New York tú puedes encontrar prácticamente de todo lo que te puedas antojar o imaginar. A toda hora del día o la noche. Desde un sandwich auténticamente cubano, un pan francés, un arroz hindú, un buen trozo de carne al carbón de la Argentina, una exhibición pictórica del Renacimiento con los auténticos trabajos de los grandes maestros de esa época y hasta encontrarte con Woody Allen caminando en Central Park. New York is New York. That's right. El JFK en aquel momento me pareció inmenso pero despues de visitar otros aeropuertos ahora lo encuentro sucio, desmejorado pero las atenciones son excelentes, mejores que en otros grandes.
Mi primera impresión negativa de NY fue al llegar al apartamento de mi suegro quien tenía muchos años viviendo allí y se negaba a mudarse por ciertas comodidades que tenía. Fue la primera visión o encuentro cercano que tuve con el problema de las drogas en USA. Era deprimente ver tantas personas mal olientes, con ropas sucias, sin dientes, caminando sin rumbo, deambulando sin saberlo, sonámbulos eternos que no habían aterrizado del último viaje, habiendo pagado sobrepeso sin siquiera llevar maletín de mano. Ese era el diario vivir de ese vecindario newyorkino que luego al pasar los años tendría a uno de sus hijos representándolo anivel mundial: Myke Tyson. Había logrado hacer un hoyo en la red para escapar de allí pero el lastre era demasiado pesado y no pudo levantar mucho vuelo sin aterrizar de manera forzosa en varias ocasiones. Luego de mas de 25 años viviendo allí mi suegro tuvo la mala fortuna de perderlo todo en un fuego accidental ocurrido hace unos años quedando en la calle con la ropa que tenía puesta.
La segunda impresión negativa la tuve cuando habían pasado unos días y decidimos visitar Coney Island para entretener a los niños y nosotros refrescarnos un poco del calor que ya se nos venía encima.
Un niño pequeño de 3 o 4 años de una familia arabe estaba corriendo como un loco de un lado a otro entre la gente y las máquinas, con el peligro a cada rato acechandolo, pero sus padres ni siquiera lo miraban. De repente el niño tropieza, se cae y recibe golpes de todo tipo right in my eyes. Mi instinto dominicano ( boy scout, pino nuevo, dominicano sin malicia) me empujó a recoger al niño inmediatamente pero mi cuñado me agarró rápidamente de los brazos y me dijo que no lo tocara, que no hiciera nada y que yo no había visto nada. A todo esto el pequeño seguía llorando y sus padres ni cuenta se daban. Luego de un minuto que pareció un siglo se dieron cuenta y recogieron al niño del suelo. Nosotros nos habíamos quedado como si nada estuviera sucediendo cuando tenía a mis pies a un niño de 3 años gritando a cántaro porque se había caído de manera aparatosa. Decidí seguir probando mi perro caliente de Nathan's junto con mi fría y de ahí en adelante aprender a desarrollar mi propio instinto para sobrevivir en este país que no es nuestro pero que hemos adoptado como la segunda patria de una manera u otra.
Ese propio instinto del que hablo es el que te permite conocer de antemano, basado en tu experiencia de la vida, quién es quién y cómo tratar a cada persona de manera diferente para poder sobrevivir sin ofender al inocente y sin arrimar a tu lado al culpable. Es duro reconocer quien te va a recibir bien o quien te tratará como un mísero inmigrante en la tierra que es de todos.

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